De tantos
precipicios, se nos queda la boca llena de aristas.
De tantos amaneceres
rotos, algodón de azúcar inconsciente.
No sabemos contar
hasta dos.
Y la memoria se ceba
con nosotros.
Para vivir nos
faltan días y sin embargo malgastamos instantes.
Mortales,
predecibles y prescindibles.
Y nada nos gusta más
que pender de un hilo.
Y nada nos jode más
que perder bocado.
Yo, permanente.
Me quedo en un
rincón
acurrucada en tu
boca.
Yo, colocón y
ganas.
Me quedo en tu
mordisco
en tu polla
en la religión
única de follarte.
Y al mundo
aguarrás a
cucharadas.
Me quedo en el
brillo
de dos cuerpos
sudando.
(Arte en bucle los
pecados de tus dedos)
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