domingo, 9 de febrero de 2014

Cuando lo mejor es no estar vivo.




No me esperaba menos, ni más para que mentir.
Así que no me puedo quejar,siempre cumplo mis expectativas.

Las ruedas dentadas de mi carta marcada, son videntes 
y acierten siempre...
Más herencia que locura en propiedad,
todo esto quizás es sólo mi manera
de no repetir comportamientos de libro.

Y ya ves, aquí ando cortándole las alas a la furia,
dejando que mi negativo me haga poca cosa.
Que sea yo la que me ninguneo a mi misma
antes de que nadie lo haga
y ese miedo de no ser más que una puta alma enferma
viviendo de prestado en los días buenos.

Tan confundida que llorar es como recoger explicaciones,
que de tanto maldecir la vida,
se ha puesto furiosa y no me dejará morir
hasta acabar primero conmigo en vida.
Y no la culpo...
si yo fuera ella, me torturaría aun más duro.

Llegados a este punto de odio hacia mi existencia y mi ser,
no me consuela la lluvia, no me hace sentir el sol
y la mayoría del tiempo, miento.
Miento para no tener que desgarrarme  ante nadie,
para que no se sepa que en el fondo
ni hay salvación ni yo la quiero.

Cada día es como diez mil puñales
mientras por la ventana la estación me saca la lengua
y le hace cruces a la parca para que no entre en mi casa
y me  lleve de una vez al submundo al que pertenezco.
Porque hay personas que no debieron nacer,
porque yo le robé a la vida mi nacimiento,
que yo ya estaba en la oscuridad
y cometí el pecado de abrir los ojos...
como castigo, nunca hay luz en ellos salvo la de la pena.

Y si esto es vivir...metí la pata.

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