Las tablas de nueve
rondando el pupitre
que palpita al fondo
de la vida.
Y alicatar techumbres
con corazones estrellados.
Que no quede sangre sin batir.
Ojalás de turno de noche
barriendo el polvo
con las agujas de tejer
colchones.
Para que se escribe nudo
y la pena es garabato..
Las oscuras muescas
de la libertad cansada
y amor de estraperlo
mientras el mundo se vuelve cobarde
y damos gracias
por ser esclavos.
Somos cometas
en un día de rayos,
golpes de pecho hueros
por las avenidas angostas
de un lago de cisnes muertos
y alcohol destilado
en el estomago
de las derrotas.
Mar de nunca
por las medias rotas
de haber nacido.
Los pálpitos descompasados
del terror al holocausto
y las uñas secas de arañar
la puerta de Babilonia.
Y el mundo no llega
el autobús llega tarde
y el amor llora
hasta fumar cristales.
Un día de estos,
tal vez en noviembre...
castañas calientes y ceniza
y que nos quede al menos
algo de alquitrán
para pulir al viento
y hacer veneno
con lentejas.
Los nombres de los olvidados
escritos con tinta de neón
en algún baño oxidado.
Vagabundos siempre
de la ciudad prohibida.
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