Vas a estar muerto en unos meses, quizás sólo unos días.
Porque ya no voy a colgarte mas carteles de adelante...
la paciencia se perdió
en los regueros de nunca.
Mal cosidos, sueltos y amargados,
como botones cosidos con prisa,
como una verbena después de terminar la música...
La parada de autobús mojada,
un rumor de humo ya fumado
y la soledad bebiéndose
los restos de esta cerveza caliente.
Y el vuelo de mi vestido de fiesta,
rozando el lodo.
No me quedan piedras alrededor
para apagar esa maldita farola.
Puestos a soñar, ya podía venir un vendaval,
uno que arranque de cuajo este maldito corazón...
¡Ojalá un martes cualquiera deje de latir
y se apague por fin esa farola!
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