lunes, 29 de julio de 2013

Manos llenas de hambre.




Vagabunda de sal sin tu piel
que los surcos que dejaste se diluyen
en tu ausencia.

Recordar tu geografía es maldecir el tacto
de la seda
y besar tus labios
hacer oscuro el amanecer.

Poder desear de rodillas una o dos palabras
de esas que marcan estremecimientos
de humedad
entre las piernas.

Nunca sé que es lo que me darás
y eso aumenta el limite
de tiempo
que puedo soportar sin tu cuerpo,
curiosidad como motor
de saber esperar.

Morir en cada juego,
desatar el morbo,
intentar nuevos caminos
que abrir en nuestros cuerpos
perdidos de sexo y hambre.

Poner el acento en cada
parte que se come, que se toca,
que se moja...
Y notar la miel dentro del hueco
vacío del desgaste
de tanto roce, de tanto suspirar
entre jadeos nuestros nombres.

La locura es tu pensamiento
cerrando el cerco que estableces
entre mis cosas.
Nacer de nuevo con cada muerte
y anhelar por encima de todo,
una recaída en tus encantos
otra oportunidad para tragarte.


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