viernes, 6 de septiembre de 2013
Derrota.
Me come la metralla
que yo misma fabrico.
Quince cañones
uno por cada año que restarle
a la angustia de la imposibilidad.
Y si pudiera y sólo
me importase yo...
ya me habría largado.
Como los testigos de piedra
invitados a devorar mi alacena,
mudos,pero pesados
y tan hambrientos
que no dejan ni latir
mi derrota.
Cosida sin pena ni gloria
a lugares muertos,
consciente de mis miserias,
capaz de destrozarme
por algo lejano
e improbable.
Pero basta de lamentos...
vivir lo que es
como si fuese eterno,
sonreír al momento
y no castigarme.
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Ese final ha sido grandioso.
ResponderEliminarGracias.
ResponderEliminarEs que lamentarse,no vale de nada, no??