El hombre perfecto.

Ya no sé si deslizarme sobre el papel es la catarsis que era.

Estoy incomoda en estas costuras porque van cediendo con la edad y el humo se agota.

Siempre tuve claro que tú no serías mi sastre, tu no haces ropa a medida. Tú sólo haces jirones con mi piel para vestir tu frialdad.

No sé porqué hubo noches contigo. No sé que fue lo que me silbaron tus besos.
Siempre estoy planeando despedidas y al final nunca encuentro los andenes donde abandonarte.

Tu despertar a mi me vuelve ocaso. Mis desvelos nocturnos a ti, te hacen de nana.
Si las rosas tienen espinas, tu piel es como las ortigas, crecen en todas partes y su contacto te hace inmune a su irritante faz. Pero pasa que tú, como todas las drogas, vienes prometiendo placeres y te vas dejando escarcha en las venas.

Ven, aun está caliente la cafetera ,queda noche para imaginarnos perfectos, hasta que a la mañana volvamos a ser marionetas sin manos que rozarse ni cuentos que contarse.
Te mereces caer en mis brazos y yo me merezco, al menos, que te lo pienses un rato. Hay tormentas sin fin y la nuestra ya ha hundido mil navíos.

Si ya tengo a pie de lengua el verso más recitado...no lo digo porque sé que te resultará soez que te diga que te quiero. Pondrás el buen gusto de muralla y te alejarás pidiendo tregua, hasta la próxima noche en que recuerdes que has perdido algo y vuelvas desnudo a mi portal para perdonarme por quererte y te caliente la sopa.

Si no acabo conmigo, lo harás tú. Si no terminas tu, te remataré yo.

No sé porqué te maldigo mientras lloro ya tu hueco en el sofá.
Lo que más pena me da es verte reflejado en el cristal mientras muestras tu espalda definitiva y sé que ya no volverá a haber principio.

Aunque otro amor marque mi pecho y otros dedos mojen mis piernas...
Tú para mí, siempre serás el último hombre perfecto que deshizo mi cama.