jueves, 13 de junio de 2013

La ciencia que se come a las personas.



El peor tirano es uno mismo.

El mayor mal del siglo XXI y sus enfermos sin embargo siguen siendo excluidos e ignorados.

Tener depresión no es estar triste un día, ni llorar un poco, no. Eso se cataloga en términos de normalidad.

Un enfermo mental que tiene un cuadro depresivo (y si, la depresión es una enfermedad mental) no siente sólo tristeza o miedo, siente que la vida no vale la pena. Y estos estados suelen prolongarse en el tiempo y algunas veces se convierten en procesos crónicos.

Se describen dos tipos fundamentales de depresiones: exógenas y endógenas. Las primeras son el resultado de un agente externo que nos perturba, la muerte de un familiar, un accidente de trafico, un hecho traumático...

Las segundas pueden tener un origen externo, pero tras muchos tratamientos, terapias y no obtener resultados. La causa se desdibuja y el problema parece venir de dentro, sin razón aparente.


Llevo desde los catorce años paseándome por psicólogos, psiquiatras...Nunca han sabido decirme lo que me pasa. Tal vez porque no lo saben.

Mis experiencias con ellos no han sido satisfactorias. Es bastante difícil confiarle tu vida a alguien que de antemano ha colocado un cristal entre profesional y paciente.
Por supuesto no quiero decir con esto que sean todos así, simplemente que yo no he debido de tener mucha suerte. 

Supongo que en la carrera, les enseñaran a distanciarse a no implicarse emocionalmente. Sería terrible incluso para una mente sana soportar la carga de tantas miserias. Lo que no tengo tan claro, es si les enseñan a ser empáticos. Creo firmemente que no es posible ayudar a nadie si no eres capaz de ponerte en su lugar.
Yo al menos, soy incapaz de sentirme libre de expresarme si la persona que me escucha lo hace sin mirarme a la cara, sin dar lugar a réplica. No se puede contestar al llanto con una media sonrisa de suficiencia, haciéndote sentir un poco estúpido y algo patético, la verdad.

La deshumanización de las batas blancas*. Lo que quiero decir, es que no se puede sanar a alguien desde un cubículo aséptico, sin ni siquiera mostrar la más mínima preocupación por  el que se está desnudando. Y si no lo sienten, al menos que parezca que si. Te miran tras un escritorio y anotan sin parar...En concreto los psiquiatras, parece que tuvieran prisa por que te calles y poder medicarte a gusto y seguir a lo suyo.

Conozco un caso de desenlace trágico. Una persona de mi entorno que decía a menudo que quería quitarse la vida. Como toda repuesta, el médico que la trataba espetó un: "El que avisa nunca lo hace". A los pocos días saltaba desde su terraza. No quisiera estar en la piel de ese "profesional". ¡Ojalá no duerma en mucho tiempo! Para mi, es una denegación de auxilio. Podría relatar todas las barbaridades que dijo, el desprecio y la banalidad con que trató el caso, pero no quiero extenderme y además no quiero entrar en más detalles.

Obviamente, esto es sólo un caso, pero por experiencia propia diré que no es algo aislado. Espero y confío en que en los años venideros avance, ya no la ciencia, sino la capacidad de escuchar, comprender y ayudar de las personas que se vayan a dedicar a esto.

Ahora mismo y siempre sin generalizar, sólo somos números. Se nos anota, pero no se nos tiene en cuenta. Somos ceros a la izquierda de un sistema que nos margina y nos convierte en inválidos a todos los niveles.

Los "locos" del siglo XXI no llevan camisa de fuerza, sólo incomprensión y vacíó.


*Esta frase está inspirada en una persona que me dijo algo parecido. Gracias.

2 comentarios:

  1. Gracias por estas pinceladas de tu vida. Yo sigo aqui, siempre. ♥

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  2. Gracias a ti por tu interés, es un placer leer tus comentarios.

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